Si queremos hablar de mozárabes tenemos que hacer, antes de continuar, una aclaración de términos que inevitablemente, inducen a error, pues no es lo mismo muladí que mozárabe, ni mudéjar que morisco aunque todas ellas empiecen por la letra M:
- Muladí: Pobladores de la Península Ibérica cualesquiera que fuera su origen, presentes antes de la invasión islámica que se convirtieron al Islam, abandonando así el cristianismo.
- Mozárabe: Población cristiana que vivió en Al Ándalus y que por lo general, se encontraba arabizada o mantenía contacto directo con la población musulmana. Estas comunidades se regían por un comes y pagaban distintos tributos a las autoridades islámicas a cambio de conservar su religión y costumbres.
Una vez se lleva a cabo la reconquista, iniciada por los reinos del norte, estos términos pasan a segundo plano dando lugar a estos últimos:
- Mudéjar: Son los musulmanes a los que se les permitió seguir viviendo entre los cristianos manteniendo su religión propia a cambio de un tributo hasta 1502.
- Morisco: En 1502 la condición de mudéjar cambia a morisco. Estos podían ser o no conversos al cristianismo, pero finalmente serían expulsados con el paso de las décadas en la mayoría de poblaciones cristianas.
Y a su vez es importante saber que las comunidades cristianas también eran conocidas como:
- Dhimmies (Protegidos): Es un estatus jurídico, término no solo usado para designar a los cristianos, sino también a los judíos, en general a todos aquellos que profesen religiones abrahámicas, también conocidos como “Gentes del libro” por los musulmanes. A estas comunidades se les ofrecía protección a cambio de un tributo (yizía).
- Rumíes: Era una forma con la que se referían los musulmanes a los cristianos. Debe su origen a la palabra “romanos”.
Una vez hechas estas aclaraciones podemos abordar el tema que nos atañe, y es que una lectura como la de “El Mozárabe” de Jesús Sánchez Adalid merece que ahondemos aún más en el contexto histórico y social en el que está inspirada esta maravillosa obra.
Como hemos comentado anteriormente, un mozárabe es aquel que mantiene su religión, cristiana en este caso pero que habita poblaciones cuyo poder esta en manos de musulmanes. Esta situación afecta en un primer momento a los cristianos habitantes de Al Ándalus, pero acabó extendiéndose por todos los territorios que albergaron gobiernos islámicos, como las actuales poblaciones de Extremadura, Murcia, o Valencia.
Mozárabes en la Península.
En la definición de “mozárabe” que aporto, me atrevo a asegurar que estos cristianos estaban arabizados, y es que ha llegado hasta nuestros días el conocimiento de que muchos de estos cristianos hablaban árabe, convivían de forma cercana con los pobladores islámicos mezclándose entre ellos, como es el caso de los mismos herederos al trono de Alhakén, los cuales son fruto del matrimonio con una vascona (Subh Um Walad),. Adoptaron nombres árabes o desarrollaron una lengua propia mezcla de distintas lenguas romances y de la que a penas han llegado testimonios a nuestras manos, y los que lo ha hecho, ha sido escritos en lengua árabe. Se ha podido determinar que algunas de las diferencias en los dialectos peninsulares, como es el caso del catalán, balear y valenciano, por ejemplo, se deben al sustrato de la lengua mozárabe; esto sería aplicable también a las variantes del mismo castellano referente a la Península.
Situación económica y social.
De algún modo, la historiografía ha intentado plasmar a estos grupos como subyugados o esclavos del poder reinante, pero nada más lejos de la realidad. Los musulmanes en general, guardaban un gran respeto a las comunidades abrahámicas, conocidas como “Gente del Libro”.
Muchos de estos mozárabes, en el s. XVIII decidieron adoptar el islam como religión propia por la cantidad de beneficios económicos en forma de ausencia de tributos u oportunidades políticas, especialmente a aquellos de clase más alta, formando así parte de la umma (comunidad islámica), pero sin embargo, se les permitió a aquellos cristianos que quisieron conservar su religión, hacerlo a cambio del pago de un tributo llamado yizía, aplicado a todo hombre no musulmán libre que no quisiera convertirse, quedando así bajo la protección del poder musulmán y exento del servicio militar.
Estas comunidades cristianas, como hemos comentado anteriormente, se regían por un comes el cual tenía funciones recaudatorias y judiciales. Estas comunidades se regían por el Liber Iudicorum (cuerpo de leyes visigodo de carácter territorial) así como la jurisprudencia se mantenía con la tradición visigoda, si el conflicto afectaba a miembros de distintas comunidades, pasaba a manos del cadí de la ciudad.
Este tributo no se aplicaba a mujeres, niños, huérfanos, enfermos, esclavos, monjes y ancianos, entre otros, y aunque hay distintas aleyas coránicas que hacen referencia a este impuesto (C. 9, 29) es necesario acudir a los hadices para conocer la definición exacta, su aplicación y su uso:
Libro 17, Número de 17.24.46 establece que Umar ibn Abd al-Aziz eximió a los que se convirtieron al islam de pagar la yizia. También la sunna trata sobre los que deben pagar la yizia, principalmente los varones no musulmanes que han llegado a la pubertad, en lugar del zakat, ya que el zakat tiene como objetivo la purificación de los musulmanes, mientras que la yizia tiene como propósito la humillación de los no musulmanes. También describe el diezmo adicional o ‘ lo que deben pagar los comerciantes que viajan por ‘ushr y la justificación del mismo.
Hadices. Libro 17. Nª 17.24.47. Al Muwatta.
Aún así no siempre estas comunidades convivieron en paz y armonía, es precisamente esa islamización o arabización que va surgiendo con el paso de las décadas lo que lleva a distintos grupos mozárabes, impulsados por algunos cargos eclesiásticos que ven mermado su poder e influencia, a revolverse en contra del poder, como es el caso de los mártires de Córdoba (s. IX) pero especialmente esta situación se agrava durante la dictadura de Almanzor y se vuelve insostenible con la llegada de los almorávides en el s. XI d. C.
Algunas comunidades mozárabes sobreviven en núcleos de población tales como Toledo, y aunque termina mezclándose con los propios reconquistadores, durante un largo tiempo y a pesar de compartir religión, estas comunidades vivieron claramente separadas dando lugar al surgimiento de un rito litúrgico propio que perdura hasta nuestros días, el rito mozárabe.
Un poco más sobre Alhakén.
No es el tema que nos concierne en este momento, no quisiera terminar este artículo sin hablar de la importancia de Alhakén, no solo para la pervivencia en paz de esta comunidad, sino para explicar a qué debe esta época tanto esplendor.
Y es que como hemos comentado en la reseña de “El Mozárabe“, Alhakén (Al Hakam II), segundo califa omeya, era un monarca piadoso y erudito, que mantuvo y reforzó el esplendor que llegó a Córdoba con su padre, Abderramán III.
Versado tanto en ciencias como en letras, tuvo una educación exquisita, tanto académica como militar y aunque esto último no le interesaba en demasía, no sería hasta los 47 años cuando tomó el trono tras la muerte de su progenitor. Además Alhakén no contrajo matrimonio, levantando esto mismo rumores de homosexualidad, y estuvo viviendo en Medina Azahara para entender como funcionaba el califato desde dentro de palacio. A él, entre otros monarcas, debemos que a día de hoy hayan llegado los maravillosos resquicios de Medina Azahara.
Y aunque intentó por todos los medios no tomar parte en ningún conflicto bélico así como evitarlos, es importante mencionar, que tuvo que hacer frente en diferentes ocasiones la ofensivas lanzadas por los reyes del norte, que creyéndole débil se negaron a pagar tributos o entregar ciertas fortalezas, lo que acabaría desembocando en una guerra, y no solo eso, sino que el éxito fue tan contundente que no volvió a tener más conflictos con los reyes norteños hasta su muerte.
Aún así también tuvo que salvar dos ofensivas marítimas, una llevada a cabo por los vikingos que incurrieron hasta Sevilla por el río Guadalquivir que terminó con la flota vikinga destrozada a manos de la flota almeriense y una más proveniente del norte de África de la mano de los fatimíes y las revueltas del Magreb.
Alhakén, como la mayoría de reyes musulmanes, es la mejor representación de la mezcla de etnias pues se le describe con pelo rubio rojizo, grandes ojos negros y de nariz aquilina, debido al origen también hispano, de su progenitora.
Bibliografía.
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VV.AA. – Hadices