Empezar esta reseña me provoca sensaciones tales como la tristeza y la vergüenza. A diferencia de otras veces que siempre afrontas una reseña con cierta ilusión por dar a conocer al mundo una novela que te ha gustado, que tiene algo que aportar a los demás, con “En Barcino” me pasa justo lo contrario.
“Barcino” es la novela que precede a “En Barcino” |
Esta es la sinopsis que podemos leer en la contraportada del libro, tentadora, ¿verdad?. Una mujer como protagonista, un niño no deseado, un amante traidor y un padre que la repudia, tiene todos los elementos necesarios para ser un Best Seller, y si encima le sumas la portada y lo que en ella puedes leer: Una mujer singular. Un pasado oculto. Un enemigo implacable. Pues directamente lo compras, con estos elementos y ambientado en la Antigua Roma, publicado, además, por la Editorial Planeta, que es un sello de garantía en la calidad de la novela, es que nada puede salir mal.
- Saltos temporales. En todas las novelas se producen algun salto temporal que otro, es un elemento recurrente para los esritores y si se hace de forma ordenada, da un sentido a la historia y se consiguen encuadrar distintos tiempos en uno mismo. El problema es cuando a lo largo de la novela se dan saltos temporales sin más, sin ningún tipo de orden y sin necesidad aparente, el lector pierde completamente el hilo (era difícil situarse si pasabas un día sin leer) y la historia pierde sentido.
- Discurso feminista. Es este sentido me fue imposible no poder compararlo con Gaia Augusta o La Papisa, ambas eran novelas históricas que querían lanzar un alegato feminista a su favor o como crítica a la sociedad de la época, contextualizado es magnífico porque de mujer protagonista a mujer lectora se consigue afianzar aun más ese vínculo con pequeños guiños como este, pero en el caso de En Barcino el discurso está sacado de contexto pero sobretodo esta forzado. Además es complicado que se tome en serio un discurso feminista de boca de una protagonista, que a su vez, también desprecia a otras mujeres por cualquier diferencia que puedan tener con ella y se compara para demostrar su superioridad física y mental.
- Alterna episodios narrarivos con episodios históricos. Esto ocurre en todas las novelas históricas, el problema es cuando no se hace con la naturalidad que se requiere, si se está relatando un episodio que pude ser crucial para el desenlace de la novela, no puedes recrearte en las cotidianidades de la Antigua Roma, puesto que siempre va a haber un momento de la novela que puedas abordar ese tema sin bajar el climax del lector. Esto te sacaba completamente de la historia y si hubiera que dibujar el sentimiento que te producía sin duda alguna sería el de una montaña rusa, una vez que comenzabas a engancharte e iba subiendo tu interés por la lectura y la novela, la autora comenzaba a explicar como se comía en un triclinium (ejemplo) y te embargaba el desinterés completamente.
- Anacronismos. He de reconocer que me da un poco de miedo atreverme a definirlo como anacronismo porque seguro que en la época habian excepciones, pero si el objetivo de la autora es, además de contar una historia, es hacer llegar la Antigua Roma a nuestros hogares, permitirse ciertas licencias puede ser contraproducente. Por ejemplo: El personaje de Minicia es una mujer viuda, y tiene un hijo varón. En ciertos momentos de la historia, Minicia se pasea con un centurión por toda Barcino. Para la época, una mujer de buena familia, que fuera viuda y tuviera un hijo varón era prácticamente imposible que se la viera en compañía de otros hombres. Y no seré yo la que diga que todas las matronas romanas una vez muerto su esposo no rehacían su vida, pero dudo que lo hicieran de una forma tan libertina puesto que la mujer romana era una eterna “menor de edad” y su Patria Potestas pasaba de su padre a su esposo y si estos faltaban, a su hijo varón.
- Oscillum. A lo largo de la historia a Minicia le van enviando Oscillum por su cumpleaños, en uno de esos episodios su hijo de 4 años es completamente capaz de distinguir los metales. ¿Un niño de 4 años distinguiendo metales unos de otros y conociendo la fortaleza de estos?
- Cartas. Al inicio de algunos capítulos la escritora se sirve de cartas que envía Minicia a sus amistades para contextualizar la época, lo cual sería muy acertado, pero también el hilo argumental en el que nos encontramos (como ya había comentado, con los saltos temporales que se producen, es difícil ubicarse) es la mayoría de ocasiones se perciben artificiales.
- Relaciones entre familiares. La relación de Minicia con su primo Cornelio es de las más extrañas de la historia. En una novela todos los personajes cumplen con alguna función, en el caso de Cornelio no es así, aparece y desaparece en la obra como el Guadiana, y aunque a mitad de la novela la protagonista deja entre ver una especie de relación amorosa (lo cual podría haber dado mucho juego en la novela), esto no se resuelve y Cornelio casi al final de la historia vuelve a desaparecer sin pena ni gloria.
- Relaciones con esclavos. Erasmius es un personaje que encarna a su esclavo de confianza, aparece como un personaje superficial que no aporta nada a la historia en sí, es una lástima porque podría haber sido muy aprovechado y en este caso no lo ha estado.
- Tópicos.A lo largo de la novela hay numerosos tópicos, como el de las nueras malas que alejan a los hijos de las madres, las madres coraje y protectoras que luchan contra la maldad de sus nueras. Mujeres que ejercen “poderes” y embrujan a los hombres y hombres despersonalizados que caen en sus trampas. Es obvio que la mayoría de novelas cumplen con algunos tópicos, nosotros mismos en nuestra vida diaria también lo hacemos, pero si al principio de esta estás tratando de construir un discurso feminista no puedes hacer una batalla de mujeres contra mujeres y dejar ver que los hombres de la historia tienen una nula personalidad.
- Historia lineal. Los acontecimientos que van ocurriendo y que van cerrándose a lo largo de la novela se desenlazan sin ningún tipo de clímax, no se vive esa montaña rusa de emociones a la que hacía referencia anteriormente, lo que la convierte en una historia lineal.
- Personajes históricos. Lo mejor de esta novela y lo que más tirón tiene es la aparición de personajes históricos como Marco Aurelio y su esposa Faustina, la relación de la protagonista con ellos, aunque como en la mayor parte de veces se queda a medias, lo mejor sin duda, son las continuas referencias a las Meditaciones de Marco Aurelio. Destacar también, en este mismo apartado, las menciones a obra de teatro y a sus autores como con “La Andriana” de Publio Terencio Afro.
- Guiños históricos. Me gustan los guiños históricos contextualizados, como la referencia a la Lustratio, el desfile por las victorias en Oriente y la mención a la epidemia de peste que no es nada menos que el episodio de Viruela ocurrido en el 167 d.C.
- Cambios de escenario. Los cambios de escenario entre Roma – Barcino – Baetulo siempre son de agradecer, especialmente si los situamos dentro de la Península Ibérica, Minicia nos describe las ciudades escasamente, siempre comparándolas con Roma, si hace referencia al legado que dejan sus amistades tras su muerte a las ciudades como en el caso de su padre, o de su amante Cecilio el centurión.
- Curiosidades. Me encantó que la autora creara el personaje de Cecilio a partir de una inscripción existente en la actualidad.
- Relaciones con esclavos. Las relaciones de amistad verdadera de Minicia con sus esclavos es preciosa, y aunque para mi gusto Erasmius podría haber dado mucho de si, la otra esclava Thadea y la relación de la domina con ella, me produce una ternura impresionante, especialmente al final de sus días.
- Clímax. Uno de las cosas que más me gustaron es una conversación que se produce casi al final de la obra entre Minicia y “su cuenta pendiente” y aunque podría haberse explotado muchísimo más, fue el único momento en el que se me erizó la piel.