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No sé como amarte – Pedro M. Lamet.

No sé como amarte – Pedro M. Lamet.

No sé como amarte – Pedro M. Lamet.

Tabla de contenidos


Advertencia: Esta entrada esta alejada de ser la típica reseña, sino que pertenece a un trabajo más exhaustivo sobre la obra. Recomiendo leerla en un ambiente tranquilo y propicio para la reflexión, así como tener en cuenta los distintos enlaces que se proponen para ampliar la información.


¿Habéis tenido alguna vez la sensación, después de leer un libro, de que nada os podía gustar más, os leéis otro nuevo, y os sorprende? ¡Qué bonito sentimiento! Pues esto mismo me pasó a mi con “No sé como amarte”, y después de haberlo leído creo que el titular de mi vida será “No sé si me volveré a enamorar de otra lectura” porque de verdad, que este ejemplar ha robado mi corazón y ha tirado la llave al fondo del mar.

Lo compré poseída por el espíritu de María Magdalena después de leer la obra de Margaret George. En el envío le acompañaba el Testamento de María Magdalena, porque aunque tenía una recopilación de los Evangelios Apócrifos, me apeteció tenerlo como ejemplar a parte y pensaba que se merecía un pequeño hueco en mi biblioteca. Todas estas obras las suelo encontrar (y comprar) en Amazon puesto que en cualquier librería me resulta más difícil de localizar, por no decir, imposible.

Pero el momento de este libro no tendría lugar, hasta un poco antes de la cuarentena, solapado a su vez con la novela “La Papisa”, empezado con mezcla de curiosidad y por qué no reconocerlo, escepticismo, y os explicaré por qué:

La novela es de género epistolar, y os preguntaréis: ¿Qué es eso? Pues esto significa que el autor se sirve de cartas para darle forma a una historia. Esto nunca me ha convencido, aunque he de reconocer que el uso de las cartas en esta novela ha sido muy inteligente por parte del autor y le ha dado forma de una manera magnífica, también Margaret George se acogió a las cartas para escribir el final de su obra María Magdalena. Esta coincidencia y muchas más, las pasé a recoger en un papel en blanco conforme iban surgiendo a medida que avanzaba con la lectura, por tanto, una simple lectura pasó a convertirse en un verdadero trabajo de investigación de los que me siento verdaderamente orgullosa.

¿QUIÉN ES ESTA MARÍA MAGDALENA?
La María Magdalena de Pedro M. Lamet, es la María Magdalena a la que estamos acostumbrados. Una mujer con una infancia difícil, rodeada de malos tratos, que se ve obligada a huir de su hogar infantil para poder obtener la oportunidad de tener una vida mejor. 
María se servirá de la única herramienta que tiene para sobrevivir, la belleza, lo que la abocará al mundo de la prostitución. Aquí aparece la primera característica de la María del imaginario colectivo, la Magdalena prostituta. Pero el autor ha querido dotarla de cierta dignidad dándole una curiosidad e inteligencia innata, que la llevará a querer aprender todo lo que puede, incluso aunque eso despierte envidias entre las otras mujeres que la rodean.

A diferencia de la Magdalena de Margaret George, que era una ama de casa, perteneciente a una familia estructurada, casada y con una hija, poseída por siete demonios, esta Magdalena (Pedro M. Lamet) no ha estado nunca casada (su relación más cercana al amor ha tenido lugar con un soldado romano llamado Quinto, al que no debemos de perder ojo) su pecado más grave fue ser prostituta, y en su caso, los siete demonios no pertenecen a una posesión diabólica como tal, sino a las múltiples violaciones y maltratos a los que ha sido sometida. Estas son las principales diferencias que distinguen una Magdalena de otra.

Las semejanzas principales, y que dotarán el cuerpo de las dos novelas son: La inteligencia y curiosidad, que la llevará a ser, en ambos casos, la preferida del Maestro, así como el amor, el principal móvil de ambas, por Jesús.


¿CUÁLES SON LAS DIFERENCIAS Y SIMILITUDES ENTRE LAS DOS MAGDALENAS?

DIFERENCIAS:

1. La Magdalena en el desierto:
 – María de Pedro M. Lamet se encuentra en el desierto con la obligación de huir de un palacio del que ha sido apresada. En él la violarán y la usarán como moneda de cambio, hasta que conoce a José, un comerciante judío que la ayudará y que se convertirá en su amigo.
– En la obra de M. George, María va al desierto para deshacerse de los demonios que la habitan mediante el ayuno, y la oración.

2. María conoce a Jesús:
– La Magdalena de Pedro M. Lamet conoce a Jesús por lo que escucha en otras voces, en los mercados, etc.
– La María de Margaret George conoce a Jesús en su infancia, en uno de los viajes pascuales a Jerusalén.

3. Una mujer unge los pies del maestro:
El episodio en el que una mujer unge los pies del Maestro se repite a lo largo de todo el imaginario que envuelve la historia de Jesús, por lo que es básico en la historia de María Magdalena, pero en ambas novelas se narra de forma diferente. 
– Margaret George porque la autora quiso dotarlo de cierta diferencia, y en este caso, era otra mujer la que ungía los pies de Jesús, provocando en Magdalena celos de esta. 
– En la novela de Pedro M. Lamet, y en el imaginario colectivo, es la propia María Magdalena la que unge y lava los pies de Jesús con sus lágrimas, su pelo y aceite esenciales, aunque en otra ocasión también mencione que este acontecimiento se vuelve a repetir con María de Betania (A).

4. Herodes Antipas, Tetrarca de Galilea, en la vida de María Magdalena:
– Pedro M. Lamet sitúa a María Magdalena en un baile en honor de Herodes.
– M. George introduce a María en el palacio de Herodes con ayuda de Juana (otra de las mujeres que sigue a Jesús) y la relación será más superficial.

5. María Magdalena despierta el amor en los hombres:
– Pedro M. Lamet nos retrata a una Magdalena que despierta el interés de todos los hombres que conocen, pero dota de cierto protagonismo solo a dos: José, que siente un amor sincero por María y que la pretende como esposa y Quinto, que hace uso de los servicios de María y que utiliza el amor adolescente que despierta en María para someterla.
– Margaret George prefiere dotar a su María de cierto virtuosismo por lo que pasa desapercibida (B) a los ojos de los hombres, siendo solo atractiva para su esposo, Joel, hasta que lo abandona y Judas Iscariote, que pretende formar con ella una familia.

6. Durante los tres años que vive María como discípula del Maestro, uno de los discípulos la acompaña de una forma más acérrima:
– Pedro M. Lamet se decanta por Juan, que se convierte en confidente de María.
– Margaret George se inclina por la compañía femenina y se hará valer de Juana (C) como confidente de María.

7. La apariencia física de Judas Iscariote en ambas obras se describe de forma distinta, y aunque quizás es uno de los detalles más triviales, en mi despertó la atención puesto que en diferentes obras artísticas religiosas, Judas tiene unas características físicas concretas:
– Pedro M. Lamet rehúsa de describirlo físicamente con detalles, pero si que menciona su calvicie incipiente.
– M. George, en cambio, acude a esa imaginería religiosa para describirlo físicamente con más detalle, y hace referencia a la principal cualidad y es que es pelirrojo (D), entre otras cualidades.

Para mi, y quizás no sea del todo objetiva, la descripción de Judas que más me convence es la de Margaret George, y probablemente la “culpa” de esto la tenga esta obra de Juan de Juanes, en la que podemos apreciar un Judas pelirrojo, vestido de amarillo (otro estigma), sin corona, con su nombre escrito en la silla y con una bolsa de monedas en la mano derecha.






Conforme va avanzando la lectura, llegamos al momento de la Pasión de Jesús y aquí también encontramos ciertas diferencias:

8. En el momento del apresamiento de Jesús y de la cena Pascual:
– Margaret George sitúa a las mujeres, especialmente en el momento del apresamiento.
– Pedro M. Lamet en cambio, opta por obviarlas, sobre todo en el momento del apresamiento, y que reconozco que es mi favorito de toda la Pasión. Quizás en este caso el autor es más fiel a la “norma” histórica en que las mujeres estaban presentes solo en ciertos momentos de la vida cotidiana, por eso y como también hace M. George, en la cena pascual no están presentes como tal en la mesa, sino sirviendo la cena.

9. La figura de José de Arimatea:
– Pedro M. Lamet opta por dotar a José de Arimatea, miembro del Sanedrín y discípulo en la sombra de Jesús, de un protagonismo especial, nunca antes visto por mi en ninguna obra anterior de este estilo. Le da un pequeño papel como narrador en la ausencia de María.
– Margaret George en cambio, utiliza el imaginario colectivo y lo sitúa tan solo en el momento de la crucifixión a la hora de descenderlo de la cruz, y enterrarlo en su sepulcro privado.

Pero el papel de José de Arimatea, por el que reconozco que tengo especial debilidad, es mucho mayor y lo comentaremos a continuación en el apartado de Curiosidades y Recursos Estilísticos.

SEMEJANZAS:

Juana, aparece el las dos obras, como una discípula más, con mayor o menor protagonismo, pero no es la única que junto con María Magdalena siguen a Jesús.
– Jesús cena y convive con pecadores y publicanos, y es sometido en reiteradas ocasiones a las trampas del Sanedrín.
– María Magdalena despierta los prejuicios de los discípulos y especialmente, los celos de Pedro.
Pedro aparece en ambas obras como un hombre impulsivo, incluso en ocasiones, agresivo (véase Mateo 26:51) pero que esconde un alma infantil e inocente.
Juan es visto como un joven, delicado y culto, dotado de cierta feminidad, y es visto por todos como el preferido del Maestro.
– El papel de Judas Iscariote en ambas obras (que despierta en mi muchísima curiosidad) es la de administrador del dinero, que curiosamente han aportado en su mayoría las mujeres del grupo, es tan grande su preocupación por el que incluso critica duramente a la mujer (A), por el desperdicio del dinero que suponen los perfumes utilizados para limpiar los pies de Jesús.
También es curioso que ambos autores dejan claro en las obras que casi al final de la época de predicación de Jesús, Judas empieza a sentirse decepcionado con las ideas de su Maestro y se abre un cisma entre los dos, que traerá como consecuencia, la postrera traición.
– Ambas Marías (P. M. Lamet – M. George) intentan salvar a Jesús de la crucifixión de alguna forma, aunque en esto estan de acuerdo los autores, encuentrán diferentes historias para narrar el acontecimiento:


  • Mientras que Pedro M. Lamet se decanta porque su Magdalena utilice sus atributos físicos y la pasada historia de amor con su amante Quinto, el cual está presente en el juicio, para intentar salvar a Jesús.
  • Margaret George en cambio, nos propone una Magdalena impulsiva, que en el momento de la crucifixión, se lanza a la cruz para salvar a su amado.
– La relación de María, la madre de Jesús, con la Magdalena y con Juan es, en los dos relatos, una relación materno filial (véase Juan 19:26).
Pedro, tras el apresamiento de Jesús y su posterior negación (véase Lucas 22:54) de relación entre los dos, tal y como Jesús predijo que ocurriría, aparece destrozado y profundamente arrepentido, tal es su dolor, que acude a María Magdalena para buscar consuelo.



Aquí termina la relación de similitudes y diferencias secundarias, que están más a la vista de aquellos que han tenido la oportunidad de leer las dos obras en un pequeño lapso de tiempo. Pero el prodigio de esta obra, a mi parecer, no reside solo en esto, sino en las diferentes curiosidades y recursos estilísticos y artísticos que el autor ha utilizado para dotar de cuerpo y veracidad la obra. En este caso analizaremos tan solo la obra de Pedro M. Lamet.


CURIOSIDADES Y RECURSOS ESTILÍSTICOS / ARTÍSTICOS.

Una de las cosas que más captó mi atención conforme iba avanzando en la lectura de la obra, fue la gran carga crítica a la religión y a los religiosos, con la que el autor había dotado a los personajes, en este caso a María Magdalena que era la que abarcaba el protagonismo de esta novela con sus epístolas a un Jesús, ya fallecido. Y dice así:
“No eres de ayuno, sino de banquete; no de estancias oscuras, sino del campo y aire libre. Para disfrutar de tu perdón no hay que sumergirse en el Jordán ni peregrinar al templo de Jerusalén” (P. 145) o “Los fariseos y letrados esravan iendo amenazado contigo du pofrt: reducidos los ingresos de esa fábrica de dinero que es el templo de Jerusalén, perdidas sus prebendas, desmontados sus trucos, sus leyes vacías con las que preenden oprimir y manipular la conciencia de la gente” (P.194)

Esta crítica no sería solo aplicable al judaísmo de la época y a aquellos miembros del Sanedrín que condenaron a Jesús a la cruz, sino que también sería extrapolable, en mi opinión, a la Iglesia de nuestros días y a algunos de los miembros que la componen.

Otra particularidad a tener en cuenta es que el autor hace continuas referencias (prácticamente en todas las páginas hay dos o tres citas) al Antiguo y Nuevo Testamento. Más tarde, en el Apéndice, P.M. Lamet pedirá disculpas por si este recurso ha podido, en algún momento, despistar al lector, pero por lo que a mi respecta me pareció una técnica estupenda para seguir el hilo, dar veracidad al relato, y aprender las escrituras, o en su defecto, situarlas.

De entre todas las referencias a las escrituras, pero especialmente a los Evangelios, llamó poderosamente mi atención el hecho de que el Evangelio más mencionado fuera el de Juan y es que, al ser el único discípulo que permaneció al lado del Maestro y que murió por causas naturales, ¿podría ser el suyo el Evangelio más veraz? Dejo la pregunta abierta y que cada uno responda por si mismo.



La figura de Juan es una de mis favoritas, porque es de las que más ternura me despierta, por lo que sabemos es el discípulo más joven, y la forma de representarlo siempre será a la derecha de Jesús e imberbe (Recurro, de nuevo, a la obra de Juan de Juanes para enseñaros el aspecto de Juan):

Pero sin duda, una de las partes que más me gusto de la novela y que más me emocionó fue cuando en el momento de la Santa Cena, el autor relata como Juan se acurruca como un niño en el pecho de su Maestro, aprovechando su predilección, para que le dijera cual de todos ellos era el que le iba a traicionar. Conforme iba leyendo esta escena, me imaginaba la representación, tal como esta:



Y es que Juan conocía bien, el “poder” (entiéndase la palabra poder en el mejor de los sentidos) que ejercía sobre Jesús, tanto es así que hasta él mismo se reconoce como el “Discípulo Amado” y dedica un pequeño capítulo de su Evangelio a representar en una escena, como era su relación con Jesús, incluso después de resucitado (veáse Juan 21:20-25).

El autor utiliza un recurso precioso, y que nunca antes había leído si no hubiera sido en las Escrituras, para “calmar” de alguna forma el malestar que puede sentir el lector ante el arrepentimiento de Pedro tras negar a Jesús tres veces, y es que Pedro M. Lamet acude directamente al versículo Juan 21:15-19 en el que Jesús, después de resucitado le pregunta a Pedro en tres ocasiones, si lo ama, y este tiene la oportunidad de responderle en tres ocasiones “Sí”, produciéndose así una especie de reconciliación del lector con Pedro, que despierta una especial ternura por el Apóstol sobre el que se fundó la Iglesia de Cristo.

Una curiosidad más, respecto a los discípulos, es el momento de escepticismo de Tomás (veáse Juan 20:24-29) el cual no cree en la resurrección de Jesús hasta que no pueda tocar sus heridas.

Pedro M. Lamet, a través de María Magdalena, hace alusión a que la cena pascual se adelantó al jueves cuando tendría que haber tenido lugar un viernes (el viernes tuvo lugar la muerte y posterior entierro de Jesús).

Merece especial mención el hombre de Cirene que ayudó a Jesús a transportar la cruz hasta el monte Gólgota al estar al límite de sus fuerzas, que si aparece en esta obra pero que no es usual, aunque yo si conocía una referencia de algún tipo a su figura pero no gracias al imaginario colectivo, así como que el autor dota de nombres a los reos que acompañan a Jesús en su crucifixión, uno le echa en cara la nulidad de su poder como mesías (Gestas), mientras que Dimas, le pide que se acuerde de él cuando llegue a su reino.

El recurso del triángulo amoroso que utiliza el autor para situar en la misma escena a Quinto (primer amor de María) – Jesús (su verdadero amor) y ella misma. Quinto será el personaje que utilizará Pedro M. Lamet para lancear a Jesús.

Esta sería, más o menos, la apariencia del cartel de INRI que
 colgaría sobre la cruz. Estaría escrito en arameo, griego y latín.

El autor nos explica el impacto que tiene sobre el Sanedrín el hecho de que sobre la cabeza de Jesús cuelgue el cartel con el motivo de su muerte y este no es más que: IESVS NAZARENVS REX IVDAEORVM (INRI) que viene a significar “Jesús de Nazaret, rey de los Judíos” y que supone la pequeña venganza de Pilatos contra los miembros del Sanedrín, que le piden encarecidamente, que cambie el apelativo “rey de los judíos” por “el que dice ser rey de los judíos”.


También entra en detalles sobre la hora a la que se cree que tendría lugar su muerte (hora nona) que viene a ser sobre las 15.00 de la tarde o que tras la crucifixión y muerte de Jesús, se produjo un terremoto y el cielo se tornó oscuro hasta el día siguiente, lo cual podría tener cierta veracidad histórica puesto que con la ayuda del Evangelio de San Mateo y los datos geológicos del momento se ha podido establecer algún tipo de tormenta de arena o un fenómeno similar (Terremoto el día de la Crucifixión).


Como anteriormente he hecho referencia, el momento del apresamiento en el Huerto de Getsemaní es uno de mis favoritos por la gran carga dramática que contiene y porque en él, se produce un fenómeno físico que recibe el nombre de “hematohidrosis“, más conocido como “sudar sangre” y es una rareza física que se produce en un caso de cada ocho millones de personas. Esto se da cuando el individuo al que le ocurre, se ve sometido a un caso extremo de estrés o miedo. Aquí vemos al Jesús más humano, que sabe conoce su destino y que literalmente, está muerto de miedo. Este episodio esta magníficamente representado en la película “La Pasión de Cristo” (es lo único que he alcanzado a ver) y que además, es el comienzo de esta, pero es que el autor Pedro M. Lamet no se ha quedado atrás, lo narra de forma sensacional en los labios de Lucas, apoyándose en su condición real de médico, y que se lo explica a María (que no ha estado presente en el apresamiento) dándole incluso, a ella misma, el nombre científico
.
A continuación os adjunto dos imágenes que dan cuenta de lo que os digo:

Imagen 1.

1. En la imagen 1, tenéis un fotograma perteneciente a la película “La Pasión de Cristo”. Esta película, como ya he dicho, comienza en el Huerto de los Olivos (o Getsemaní, como a mi me gusta llamarle), y aunque de forma muy sutil se puede ver como Mel Gibson representa justo de lo que se trata el fenómeno de la hematohidrosis, que no son gotas de sangre, como muchos tendemos a imaginar, recorriendo el cuerpo, sino que son pequeños puntos que se abren en la piel.

Imagen 2.

2. La imagen 2 pertenece a una de mis tallas favoritas de la Semana Santa Marinera de Valencia, es la Oración de Jesús en el Huerto, y aunque aquí es mucho más difícil observarlo, he tenido la suerte de ver la talla en persona, bien cerca, y os he señalado, mediante círculos, cuales son los puntos de sangre.

Y para finalizar este apartado, quisiera contar un poco acerca de José de Arimatea, que en mi opinión tiene un papel fundamental y que es el gran olvidado en el relato de la Pasión. José de Arimatea, no solo era un seguidor de Jesús en la sombra, tanto el como Nicodemo, eran miembros del Sanedrín e intercedieron por Jesús en las distintas ocasiones en los que el resto de miembros intentaban atacarlo mediante la excusa de que había blasfemado contra Dios, por decir ser su hijo.
José de Arimatea, despertaba grandes envidias entre su círculo, pues poseía grandes negocios que daban sus frutos y además ostentaba el cargo de decurio por lo que tenía una gran relación con Poncio Pilato, el fue el que obtuvo el permiso para poder enterrar a Jesús, pues los crucificados eran tirados, en el mejor de los casos, a una fosa común, y además le cedió su tumba para ello.
La relación de José de Arimatea con Jesús no era solo de discípulo – maestro sino que, además, estaban emparentados. José de Arimatea era primo de Joaquín, padre de María, lo que lo convertía en su tío abuelo, el cual asumió su tutela tras la muerte de su padre, José.


¿ESTA BASADO EL JESÚS DE PEDRO M. LAMET EN EL HOMBRE SINDÓNICO?

A esta pregunta podríamos responder que . Y a continuación os explicaré, de forma breve, por qué:

El autor tiene en cuenta, ciertas consideraciones que se han tenido, tras el estudio del hombre de la Síndone, mas conocida como Sábana Santa. A esta Sábana se le han realizado multitud de pruebas, entre ellas, una autopsia por lo que se determino que:


  1. El hombre de la Síndone portaba un casco de espinas.
  2. Tenía distintas heridas alrededor del cuerpo provocadas por un flagrum (E).
  3. El hombre sindónico tenía el cartílago nasal fracturado, diferentes salivazos, y nula visión en el ojo izquierdo, provocado por un puñetazo propinado por un zurdo.
  4. Portó el patibulum (F) a diferencia de lo que recoge la mayoría de películas y obras de arte en las que Jesús portea una cruz. La Pasión de Cristo es de las películas que mejor retratan la Pasión según los evangelios y el hombre sindónico.
  5. Fue lanzeado postmortem. A diferencia de los crucificados habituales, a los que se les partía las piernas, para que de esta forma perdieran el punto de apoyo, y por fin, murieran asfixiados (ese era el objetivo de la muerte en la cruz; la asfixia) a Jesús no se le partieron las piernas, sino que el pereció en la cruz, cumpliendo así con las escrituras (veáse Juan 19:36 → Salmos 34:20) (G)).
  6. Referencia al empleo del Sudario en la tumba, aunque en realidad se usaría en el descendimiento de la cruz.
Estas 6 características, entre otras muchas, son las que utiliza el autor para describir la Pasión que sufre el Jesús de su obra por lo que podríamos determinar, que Pedro M. Lamet hace valer sus conocimientos o las diferentes fuentes a cerca de la Síndone y el Sudario para formar esta Pasión particular.


MÉTODO DE TRABAJO.

Desde que comencé esta lectura, hasta que empecé a encontrar similitudes y diferencias, cogí lápiz y papel y empece a establecer unos esquemas comparativos que me parecía importantes plasmar en esta reseña que se ha convertido en un particular (y pequeño) proyecto de investigación y que terminó ampliándose al reiterado uso de la Biblia para encontrar aquellas escrituras que no conocía, y que terminé por aprender prácticamente de memoria, así como los conocimientos que ya tenía sobre la Sábana Santa y que os he ido enlazando en palabras clave (como lo he hecho con diferentes versículos). También he acudido a mi libro de culto particular en todo lo relacionado con los estudios sindónicos como es “Sábana Santa. Lo nunca contado – Santiago Vázquez” o el uso de las obras artísticas a lo largo de este post como la Santa Cena de Juan de Juanes o el otro icono que representa al Discípulo Amado, del cual, no he encontrado la autoría.
Reitero a lo largo de este post la expresión “imaginario colectivo” porque no encontraba una mejor definición para referirme a aquellas imágenes que tenemos en nuestra cabeza de los pequeños pasajes bíblicos que podemos conocer gracias a películas, obras de arte, lecturas, o simplemente a nuestros pocos conocimientos como individuos pertenecientes a una cultura judeocristiana. Destacar que la mejor película para conocer de una forma lo más verídica posible, y como menciono anteriormente, es la Pasión de Cristo, aunque reconozco que aun no he tenido el valor de ver, por la crudeza de sus imágenes.
Como mi colega, Pedro M. Lamet, disculparme ante tal aguacero de información, ya que no imaginaba la reseña de esta novela, sin la comparación con la otra, y también si ha quedado algún cabo suelto, estaría encantada a responder a todas y cada una de las dudas que fueran surgiendo tras la lectura de esta reseña tan particular.




OPINIÓN PARTICULAR.

No quisiera extenderme demasiado dando una opinión concreta pues ya lo he hecho a lo largo de  este análisis exhaustivo de la obra.  Tan solo añadiría unas cosas:
Mi más sincera enhorabuena al autor por haber conseguido describir con tanto amor y respeto su Magdalena particular, así como la relacion de amor con su Maestro, y como este amor, esta alejado de lo que entendemos en la actualidad, sino que es un amor libre, alejado de las ataduras y de la posesión, es un amor por la vida, por el prójimo y por el bien, valores que tanta falta nos hacen hoy en día.
No podría haber elegido mejor momento para leer esta obra que en plena Pascua, una Semana Santa marcada por una epidemia que asola el país y que nos retiene en nuestras casas, privándome de una de las fechas del año que más me gusta, por haberla vivido con tanta pasión desde niña.
Y por último, ese guiño a los estudios sindónicos que tantos años llevo realizando y al Jesús histórico que intento conformar, ha terminado por apropiarse de una gran parte de mi corazón. Para mi, desde este momento, mi libro y mi autor de culto.
Solo mencionaría en contra el cambio de narradores, especialmente al final de la obra, en la que María se encuentra ausente y se hace valer de José de Arimatea, Quinto o Juan para narrar los episodios en los que ella no está presente.


OTROS DATOS:

(A) Podría ser esta misma Maria de Betania, la que ungiera los pies del Maestro, la que despertara celos en la Magdalena de Margaret George, pero la autora no especifica que mujer es.

(B) La María de Margaret George está sumamente alejada del imaginario colectivo, puesto que a la Magdalena siempre se la ha dotado de una belleza (física y mental) extraordinaria y la autora en todo momento pretende huír de este marcado estereotipo.

(C) Juana aparece en las dos obras, y en ambos casos tiene las mismas caracterísitcas. Es una de las discípulas de Jesús, pero a tiempo parcial pues esta casada con uno de los miembros del servicio de Herodes Antipas, por lo que d euna forma u otra pertenece a la casa de Antipas, y aunque en la obra de Margaret George tiene más protagonismo, en ninguno de los casos Juana abandona a su familia por Jesús, por eso en la obra de Perdo M. Lamet apenas aparece como un personaje secundario.

(D) Esta caracterísitca física de Judas, “ayudaría” aún más si cabe a la Iglesia Católica durante la Edad Media a estigmatizar a los pelirrojos.

(EEra un látigo con mango corto y con varias cadenas finas de hierro que terminaban en pequeños pesos, con el que se producían terribles daños al reo.

(F) Madero horizontal que era transportado por el reo, que venía a fijarse, una vez crucificado, sobre el palo vertical.

(G) Otras escrituras que hacen referencia a la ausencia de huesos quebrados son: Ex. 12:46 – Nm. 9:12.
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